martes, 14 de diciembre de 2010

Enrique Morente: una vida contada con canciones

efeeme.com

13 de Diciembre de 2010. La familia de Enrique Morente hace público, a través de un comunicado que, según las últimas informaciones médicas, Enrique Morente se encuentra en estado de muerte cerebral, aunque "conserva sus constantes vitales". Horas más tarde la música, y más en especial el flamenco, perdía a un referente para muchas personas.

No nació en Manhattan. Su ciudad tampoco olía a Azahar y Naranja. No fue un adán. Su nacimiento trajo a su familia un sin fin de alegrías. Su nacimiento el 25 de Diciembre de 1942, bien se podía comparar al sol que sale sin ataduras, inundando todo con luz. Él inundaba todo con su voz. Se inició así en el mundo de los compases y silencios. Su bautizo (fue) en campanario. Y desde allí envió algunas campanas por el poeta

Creció entre Sacerdotes y cantando el Aleluya se fue haciendo un hueco en el flamenco fusión. Con sus canciones siempre se caracterizó por amar sus raíces, por defender Andalucía. Se inició en la Costa del Sol, y le costó decir adiós, Málaga. Cruzó el charco y pudo contemplar la aurora de New York. Dejar a un lado su ciudad natal, aunque fuera para cantar, debió ser lo más difícil del mundo. Allí no podía ver los montes de Málaga ni la perla de Cádiz. Paseaba por el puente de Brooklyn, en una ciudad sin sueño.

A la vuelta de (su) paseo por el continente americano. Pero las alegrías de Enrique no se quedarían en el reconocimiento internacional. Una de sus mayores alegría sería la joya que nacería años más tarde. Su Estrella le seguiría en el camino marcado y cantaría con él en muchos  de sus discos. Ella aprendió de su padre a canta del alma.

Ahora se va sin ver amanecer. Ya no podrá desayunar pan tostao. Ni verá arboles bañados por agua clara.Sin embargo, no se irá donde habite el olvido. El podrá volver cada vez que lo veas en sueños. En lo mejor de los sueños. También sonará su voz y se recordará su figura cada vez que salga sonido de aquella campana triste. La Alhambra lloraba tu pérdida. A la hora de la muerte, de tu muerte. 

De tu adiós; o de tu hasta luego, porque tú nombre ha dejado marcado a toda una generación y seguirá presente por mucho tiempo en el flamenco.

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